miércoles, 11 de septiembre de 2013

PERSEO Y BACO


Hay personas que rezan. Algunos miran una flor y meditan. Luego están los que se evaden tras un videojuego, una droga o cualquier otro vicio. Esconden la cabeza ante cualquier pregunta que no se responda con un si o con un no.
 
Yo corro. Corro despacio, en silencio, escucho mis pasos. Miro al infinito. Respiro. Sudo. Siento latir mi corazón y la sangre viva corre por mis venas. En ese momento llega la CLARIDAD. En ese momento se ve todo de otra forma, las ideas fluyen y el alma se abre, la mente está dispuesta para aprender, descubrir y recordar. En ese momento suelen llegar las respuestas y todo vuelve a su orden. En ese momento se graban los recuerdos con una persistencia increíble. En ese momento pienso en las cosas que me van a dar fuerza, y las grabo en mi mente para que me acompañen luego en la carrera, en el momento difícil, en el Muro, en la duda: el nacimiento de mi hija, el día que empezó a caminar, el día que Raquel se rompió la pierna y cómo entró andando hasta el altar, el día de nuestra boda. Los grabo con fuerza en el momento de la CLARIDAD para que luego vuelvan y me den fuerza, me ayuden a seguir. Cada uno es como es, yo soy así: sólo le rezo a Perseo, el pequeño semidiós de las sandalias aladas.
 
Ayer tuve que rezar una larga oración. Ayer una vida se apagó, demasiado pronto, sin sentido ni razón. No era el momento ni el lugar. Ahora no. Ayer te dediqué desde el primer minuto hasta el último, cada uno de mis pasos, grabando en cada pisada un nuevo recuerdo: cada momento vivido, cada cena, cada cerveza. Nuestros partidos de futbol en el Camet, mientras nuestros padres comían dentro el día de San Jorge. Las travesuras en la Retreta el día que conocí a Raquel. La primera litrona de mentira. Nuestras discusiones sobre cómo se arranca una escuadra, o quién de los dos era el número 1 del montepío Pisuke. Parece ser que ahora soy yo, mierda, joder. Hacerme un hueco a tu hombro en cada ensayo. Nuestra última conversación. Lo grabé todo con miedo, para que no se me olvide, para que no se me escurra entre los dedos antes de que sea demasiado tarde. En la CLARIDAD no había respuestas, no había un sentido ni un porqué, pero estabas tú, así que te grabé en mi alma a fuego y llama para que no te escapes. Tu cara, tu voz, tu risa estarán aquí para siempre.
 
Esto no se hace, cabrón. Ahora no. Así no. Las habíamos visto de todos los colores: estudios, desamores, el paro. Ahora todo estaba bien. Ahora empezaba un camino, joder. Habíamos casado a todos nuestros amigos, solo faltabas tú, mierda, joder. Habíamos brindado con vino blanco, nos bebimos toda la puta botella entre los dos, habíamos brindado con nuestros amigos para tener todos salud, para llegar todos enteros hasta la Esquadra del Mig 2015. Ya no se puede confiar ni en el puto dios Baco, maldito borrachín. Me cago en él y en todos los dioses del Olimpo.
 
Esto no se hace, pero no te escaparás. Me las pagarás todas juntas porque desde ayer te tengo aquí, grabado a fuego para siempre en mi corazón y cuando menos me lo espere volverás, en los momentos difíciles volverá tu imagen, tu voz, tu risa. En la próxima Maratón y en todas las que corra en mi vida estarás sentado en lo alto del Muro para ayudarme a superarlo y me las pagarás, porque pienso ir a buscarte, no lo dudes, y entonces te diré ¿por qué? ¿Por qué?
 
Buen viaje, compañero; donde vas, no te puedo acompañar. Siempre habrá un hueco a mi lado. Los demás nos quedamos aquí, al cuidado de tus cosas, defendiendo tus ideas; reservándote un espacio, enarbolando la bandera de la alegría como siempre hacías tú. Intentaremos hacerlo lo mejor posible, pero nada será igual. Buen viaje, compañero. Nos vemos.

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