El pasado domingo tuve el placer de participar en la
Travesía a nado al Puerto de Valencia (2000m), una
carrera multitudinaria, ejemplar, muy bien organizada y con un escenario de lujo: la dársena interior de la Marina Real Juan Carlos I.
Acudí a la cita acompañado de
Raquel (mi particular equipo de apoyo) y mi compañero de equipo, el delfín todoterreno
Pablo Marcos. El día era perfecto, con sol y calor. Saludos y reencuentros con amigos en la dársena y un ambiente magnífico. Perfecto para estrenar
mi nuevo bañador TRIALCOY.
Entramos en el agua en la salida 4, gorro amarillo ("veteranos 1", imagínate, a mis años) y me coloqué por detrás, como siempre. Suena la bocina y empezamos a bracear.
Con la emoción de la salida se me olvidó poner el cronómetro en marcha, no me acordé hasta después de recorrer bastantes metros. Iba en un grupo, avanzando a la par, y la sensación era de ir rápido. El agua estaba tranquila, muy turbia y tuve que rozarme con varias bolsas y plásticos.
Llegué a la mitad del recorrido (boya 4-5) y mi reloj marcaba 26'. Realmente pensaba que iba más rápido. Emprendí la vuelta pensando que no iba a poder bajar de 52'. Un curioso sabor desagradable empezaba a impregnar mi boca. Creo que es gasolina.
Empezaron a alcanzarnos los nadadores de la salida 5, gorro verde. Algunos nadadores se desvían y las piraguas los reorientan. Yo, sin salirme del recorrido, me doy cuenta que iba haciendo eses y perdiendo al grupo. Finalmente veo la meta y me enfoco en ir lo más recto posible hasta tocar con la mano la meta, parando el reloj en 54'50". El tiempo oficial fue de 56'00".
Es un tiempo muy malo, incluso para mí. Posiblemente por cansancio al final, y por supuesto mala técnica. Pensaba estar más cerca de los 52'. Pablo había hecho una carrera magnífica con el nuevo mono del club y bajando de los 40'.
En fin, una buena experiencia, pero un mal tiempo que hay que mejorar: corregir la técnica y fortalecer los brazos y la espalda. Hay que seguir trabajando.
