lunes, 15 de octubre de 2012

MI PRIMER TRIATLÓN OLÍMPICO

Ya ha pasado una semana desde mi primer triatlón olímpico, tiempo suficiente para saborear la experiencia y asimilar cada detalle de esta gran cita deportiva.
 
 
La fecha elegida fue el 7 de octubre en el Garmin Barcelona Triatló. Seguramente podría haber sido antes, en verano, cuando me encontraba en mejor forma y con más tiempo para entrenar y preparar bien la carrera; sin embargo, la experiencia no la cambio por nada: un viaje para desconectar, unas vacaciones familiares, una ciudad maravillosa de la que cada vez estoy más enamorado. Una carrera enorme, un montaje espectacular, una gran fiesta del triatlón que conquistó Barcelona por un día. 6000 triatletas ocuparon las calles, y entre ellos un modesto alcoyanito dispuesto a darlo todo, disfrutar y aprender todo lo que pudiera.
 
El ambiente en boxes fue maravilloso, estuve hablando con otros corredores, que me explicaban sus experiencias (para muchos la primera, como yo), me hablaban de sus clubes, de las carreras que organizaban en sus pueblos. Juntos vimos la carrera de los PROs, intentando adivinar quién era cada uno, por qué adoptaban ciertas estrategias. Siempre lo digo, pero es verdad: en este mundillo habrá de todo, pero lo que predomina es el compañerismo, el juego limpio y el sincero afán de trabajo y superación.
 
En el lado malo, la participación de Trialcoy se desinfló de una forma bochornosa. Por distintas razones, cada uno las suyas y por supuesto todas muy respetables, al final muchos compañeros no pudieron venir, y los pocos que fuimos lo hicimos cada uno por su lado. En la salida, estábamos en olas distintas con mucho tiempo de diferencia, así que durante la carrera tampoco nos vimos. Para colmo, después de la carrera me vi atrapado por la huelga de metro y tampoco pude acudir a la comida del domingo. Un verdadero desastre. Individualmente todos lo hicieron muy bien, y es que la motivación era máxima y la carrera, llana, rápida y fácil, lo permitía.
 
Yo, personalmente, estoy muy contento con el resultado. Me encontré muy bien en los tres terrenos y disfruté del trabajo realizado de principio a fin.
 
Me levanté a las 6:00 para desayunar un café y partir camino de los boxes. Santi i Àlex, en la primera ola de federados, estaban en el extremo totalmente opuesto. Aquí fue el único momento que nos pudimos saludar, animar y compartir un poco los nervios de la carrera. Bici, casco, zapatillas, todo listo y con el neopreno puesto desde las 7:40, mis compañeros salían a las 8:00, yo a las 9:40. Todavía me quedaban 2 horas por delante, descalzo en la playa esperando mi momento, así que decido que es la hora de desayunar: barrita de cereales, manzana y agua.
 
El mar estaba tranquilo, buena temperatura, el montaje en la salida espectacular con pantallas, música, megafonía... Veo las salidas de los otros corredores, observando cómo trazan trayectorias en el agua para aprovechar las corrientes. Yo pienso que si consigo ir recto ya será mucho. Santi sale del agua entre los primeros élites, Àlex tarda un poco más. Ahora ya sé que no los volveré a ver: cuando yo me tire al agua ellos estarán ya empezando la carrera a pie.
 
Aquí encuentro a Amando, que saltará al agua a las 9:00 (tampoco lo veré en carrera) y a Diego, de Oliva, que corre más o menos como yo pero sale 20 minutos delante de mí. Me alegro mucho de verlo, no sabía que venía, y creo que nos veremos en muchas carreras más.
 
Finalmente llega mi hora. Caliento en la arena, nado un poco por el mar, me tomo un gel con mucha agua y suena la bocina.
 
 
Por primera vez desde que hago triatlones y travesías me veo enmedio del grupo, no a la cola. Es agradable nadar en pelotón porque te sientes arropado y acompañado, no necesitas buscar tanto la boya porque vas "a piernas" de otro. En general es mejor pero también te llevas porrazos y patadas. En el agua no hay amigos. Intentando adelantar a un chaval, me dió un puñetazo que me quedé sordo por un momento. Le pasé por encima y lo dejé atrás. El tramo largo fue muy bien, avanzando en grupo, disfrutando de ver los peces y las medusas a escasos metros de profundidad. Pillamos a algunos de la ola anterior, y algunos de la ola posterior nos pillaron a nosotros. Tras girar la última boya camino de la playa la corriente me empujó hacia la izquierda y tracé una curva enorme (yo y varios nadadores más) que nos hizo perder algunas posiciones y algún minuto, seguro. Finalmente toqué arena y empecé a correr camino de los boxes.
 
 
 
No me quité el gorro ni el neopreno porque había avituallamiento de agua y quería tener las manos libres. Cuando ya hube bebido para quitarme el sabor de mar, empecé a quitarme el neopreno y avancé como pude entre la gente. El tramo hasta boxes era larguísimo y la gente va muy lenta en estos momentos, cuesta mucho adelantar. Finalmente, 40' de natación que incluyen muchos, muchos metros de correr descalzo por la arena, maderas y cemento hasta boxes. Allí me espera la flaca, lista y afinada para dar lo mejor de sí.
 
 
El tramo de ciclismo consiste en 4 vueltas a un circuito bastante llano de 10km, con muchas curvas. En las primeras vueltas todavía encuentro gente de las olas anteriores, así que intento coger algunas ruedas pero se me van enseguida. Los que ruedan conmigo van más lentos y tengo que seguir solo. Tras la primera vuelta voy muy bien, casi a 40km/h. Bebo un trago de isotónico y se me cae el bidón de 226ERS llenito hasta arriba. Mi bidón y mi plan de hidratación a tomar viento.
 

Completo la sección de ciclismo en 1:08', y otra vez atasco para entrar a boxes. No entiendo por qué la gente va tan lenta en estos tramos, con lo que cuesta bajar un minuto en carrera como para perderlo andando por la entrada a boxes... Aparco a la flaca y no le doy un beso porque no tengo tiempo, pero qué bien se ha portado, y qué partido le voy a sacar mientras aguante. Me calzo las zapatillas de correr y salgo por patas, temeroso de cómo me voy a sentir. Ahora lamento no haber preparado bien la carrera, porque la falta de entrenamiento lleva a que te sientas inseguro en estos momentos clave. A pesar de todo, me siento bien. Mi reloj marca 1:55 a la salida de T2.
 
 
 
Busco el ritmo justo para aguantar hasta el final, sin grandes alardes, y calculo que a 4'30" puedo llegar a meta en 45' y parar el crono en 2:40'. Si lo consigo sería un bombazo. A 4'30"-4'35" adelanto a muchísima gente durante los primeros 5km de carrera a pie, paso el Arc de Triomf en 23 minutos. En el 7 ya sé que no voy bien, mi rendimiento cae drásticamente y sufro muchísimo entre el 8 y el 9. El calor (son las 12 del mediodía) y la mala hidratación tienen mucho que ver, pero sobre todo la falta de entreno previo a la carrera.
 
Estoy desfondado, pero contento. Llevo margen de sobra para bajar de 2:45' y por nada del mundo quiero desfallecer y perderme esa meta que me espera desde hace 6 meses. Ya se ve. Me pongo a la defensiva, a 5'15" o por ahí, y me dedico a mirar al público, las calles, y ver cómo se acerca el final. Recuerdo los entrenos de este verano, las clases de natación, los días de calor, las carreritas de los sábados... Pienso en mi hermana, que me intenta enseñar a nadar, pobrecita, menudo leño le ha tocado. Pienso en el Mister, Gonzalo, que intenta encajar conforme puede su plan de entrenamiento en mi escasísimo y limitado tiempo libre, todo a base de método, disciplina y mucha motivación. Ellos, y mi cabezón testarudo me han traído hasta aquí.
 
 
Recta final. Saludo a la familia y disfruto como siempre de ese momento mágico. Subo la rampa del Garmin. Bajo el arco de meta, me beso el anillo y señalo el escudo: la familia y el equipo, va por vosotros. Devoro los avituallamientos, muerdo la medalla y sólo pienso una cosa: Barcelona, tengo que volver.
 



 

1 comentario:

  1. Me encantó el relato. Fuerte inspiración ahora que voy con miras a prepararme para mi primer triatlón. Gracias.

    ResponderEliminar